Y me invité…
Todo unido por hilos dorados. Abrazos, inclusión, historias compartidas, escenarios iguales y sin embargo ¡tan distintos!.. sorpresa, alegría por el encuentro de corazones… todo compone el relato de un recibimiento, de un nuevo comienzo. Un nacimiento.
El tiempo dejó de ser un dato, para celebrarme en la simpleza de un café, frente a una plaza.
Y me invité al disfrute, y a confiar… Todo unido sucede a su preciso instante, fuera del tiempo cuando deja de ser un dato para la mente. La tarde, afuera, espeja la calma que me envuelve absorta en los milagros.
Una cita de amor con mi alma, honrando el espacio sagrado en que mi corazón comprende.
Hay misterios que acechan hasta la oportunidad de sorprendernos… y entonces una se queda con la boca abierta imitando el éxtasis de la niña que no entiende el cielo que mira, y sin embargo confía en la forma de las nubes. Y una se pregunta “¿habrá llegado el momento de develarlos?”
El misterio convierte lo que envuelve en pura ilusión. Lo que es, es un todo perdurable en su propio equilibrio y dinámica. Sólo unos ojos intrusos pueden sacarlo de ese lugar y hacer que deje de ser lo que es.
Por eso, me invito a fluir… cae la noche y yo habito mi corazón.
